Llegamos a las 6 y media de la mañana a puerto, después de un viaje bastante penible sobre el carguero “Belgrano” de 3.500 toneladas que los vientos y las mareas hicieron bailar como una caja de cartón. Nuestra asi llamada 1ra. clase eran compartimientos de 4 camas para un total de 40 personas, a precio reducido por el gobierno argentino. Los demás inmigrantes viajaron gratuitamente en los sótanos con 650 camas superpuestas. La comida fue bastante pasable por encontrarnos en alta mar. En esa mañna muy fresca, un remolcador nos trasladó frente a la prolongación de la calle Maipú para el desembarque. Allí se encontraba el Hotel de Inmigrantes – una construcción de zinc redonda de dos pisos. En la planta baja se encontraban la administración de aduanas, las oficinas de pasaportes, el puesto policial y además, los grandes dépositos para equipaje de los inmigrantes. Al primer piso se llegaba por 4 amplias escaleras donde estaba instalado el comedor, con bancos y mesas de tablas sostenidos por una infinidad de caballetes. En la otra mitad de este piso estaba el dormitorio de mujeres y niños y, en el segundo piso, el dormitorio de caballeros mayores de 10 años.

Una sola mirada en nuestro entorno nos bastó para convencernos de que este hotel no nos convenía en absoluto. Alguien nos recomendó el Hotel de los Pirineos en la calle Suipacha esquina Viamonte. Monsieur Dieve – que habìa conocido a bordo – y yo, decidimos salir en busca del hotel para posteriormente volver a buscar a nuestras esposas.¡ Al fin una buena cena y una noche de reposo completo ! En el cambio de la moneda nos han robado y las primeras piastras que di a mi esposa, se las robaron al día siguiente de su canastito. La moneda era realmente repugnante (!?) Durante la segunda jornada tuvimos que ocuparnos de encontrar a la familia Auzeill que había partido 40 días antes que nosotros. Nos encontramos en la dirección del cónsul francés, calle Moreno 756.

Mis primeros días de trabajo tuvieron como objetivo la construcción de una mesa, 3 bancos y otras comodidades.

De Francia, traía unas buenas herramientas además del equipaje, lo que fue todo trasladado a esta dirección, en la espera de encontrar una vivienda, siendo esto sumamente difícil por causa del gran desembarque cotidiano de inmigrantes, pero por suerte, después de dos días me puse de acuerdo con uno de los inquilinos de tomar una gran habitación en esa misma casa vieja, con un patio de 6x6 metros. Esta casa había servido de escuela de los hijos del dueño ,que era el Dr. Avellaneda, expresidente de la república. El precio mensual era de 35 pesos . Entonces dividí este ambiente en dos piezas y la más iluminada la transformé en mi taller. En los próximos días me dediqué a buscar un banco de trabajo, sin éxito, y compré una gran tabla para suplantarlo, al menos provisoriamente. Primeramente, construí un diván con resortes, tapizado por mí mismo. En fin, el tiempo pasa y nos arreglamos como podemos. Las hijas Auzeill trabajan desde los primeros días para un modista francés en la calle Victoria 648, con un sueldo respetable . En la misma casa vivía el peluquero Jean Escasany que se casaría meses mas tarde con Marie Auzeill. La hermana Joséphine se casó posteriormente con el primo de Jean Escasany del mismo apellido, empleado, fundador de una casa de cambios, lo que le permitió hacer una fortuna como a todos los de ese ramo, rápidamente y sin conciencia. Mis primeros días de trabajo tuvieron como objetivo la construcción de una mesa, 3 bancos y otras comodidades.

Inmigrantes llegando a Buenos Aires, principios del siglo xx (imágen: Wikipedia).

Los trabajos que el gobierno argentino ofrecía a los inmigrantes eran a gran escala, sobre todo el de la construcción de las canalizaciones y las cloacas y el nivelado de las calles de la ciudad. Además se estaba construyendo el Departamento de Policía, las primeras vías del ferrocarril desde una estación ubicada en el predio en el que se construiría años mas tarde el Teatro Colón, y la construcción de veredas. Los tranvías tirados con caballos eran espantosos los días de lluvia . Los planes para la construcción del puerto nuevo presentado por los franceses no fue aceptado y se optó por comenzar con el Plan Madero que fue el definitivo. El ferrocarril pasaba a 20 metros de la Casa de Gobierno y fue suprimido antes de la construcción de las avenidas Alem y Colón que comenzó años después.

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