Para este propósito fui a Toulouse. Me pedían 15 días para el análisis y 50 francos de arancel. Al fin llegaron los resultados que fueron muy positivos, ya que esta madera fue considerada superior al roble y al castaño, sobre todo porque su gusto amargo no podía sino mejorar la calidad de los vinos. Además costaba la cuarta parte de las otras dos. Mérelle viajó a Paris para comprar una sierra portable pero en Paris no tenían esta máquina y tuvimos que encargarla, esperando un mes para obtenerla. Nosotros teníamos listos los diseños y el tiempo pasaba. Song esperaba la encomienda hasta que fue demasiado tarde: Tomba, sin querer esperar más, había hecho negocio con una empresa norteamericana que estaba dispuesta a hacer llegar la mercadería rápidamente y a mejor precio aún. Al llegarme la noticia de tal cambio de rumbo, gran fue mi decepción. ¿Qué hacer de toda la madera comprada?

Sin embargo, pudimos abastecer con ella a la industria frutícola autóctona, construyendo cajones de fruta, muy apreciados por el poco peso y su buena resistencia. Un stock fue fabricado en las medidas requeridas y varias carretas fueron vendidas a muy buen precio. Para continuar con este proyecto fuí a Perpignan. Alquilé un galpón construído en madera y techo de zinc, mas 8 carretas para hacer el reparto, pero una noche me incendiaron todas las instalaciones y apesar de la ayuda de los bomberos, perdimos todo. Muy decontento y muy furioso, pensaba en la situación de mi empresa en Buenos Aires. De Molinari, había recibido solamente una carta con malos augurios. Las cosas marchaban como una vela prendida en los dos extremos. Tenía que terminar además con una explotación de árboles de pino-carolina para la fábrica estatal de fósforos y mi esposa se hizo cargo de este asunto y de liquidar lo que quedaba. Me separé de Mérelle y finalmente partí solo a Buenos Aires sin más retraso.

El estudio de costura

Antes de partir, Mr. Jonquières d'Oriolas, gran viñatero del Rousillon, me pidió informaciones de la Argentina y , muy interesado de mis comentarios, me sugirió fundar un negocio de vinos en la Capital. Yo le contesté que los buenos vinos no soportan las travesías largas en barco pero él insistió en mandarme 100 toneles a Buenos Aires para que yo me encargue de venderlos. Nos pusimos de acuerdo en los precios y beneficios y me aseguró que el vino fuerte del Rousillon aguantaría el largo viaje, especialmente preparado por un especialista de Bordeaux. Tenía dos marcas a disposición: Calvet y Dassaud . Mi respuesta fue que sería solamente un intento, sin responsabilidades de mi parte. Demasiado dinero había perdido ya con el asunto de los toneles.

El 10 de febrero del año 1902 partía con destino a Buenos Aires dejando a mi esposa con la tarea de liquidar en Céret todo lo que había quedado pendiente, mas la venta de herramientas y máquinas.

Mi regreso a Buenos Aires fue mi único consuelo.

Recién arribado a Buenos Aires los primeros días de marzo, todo me partecía hermoso, sobre todo por mi amor al trabajo y por mis esfuerzos de progresar. He visitado muchos clientes y ansiaba desprenderme de aquellos que eran malos pagadores. Quería asimismo despedir a Molinari. Fui a visitar a Lehoux, el dorador, y le conté de mis últimas aventuras en Francia. Le ofrecí un tonel de vino del Rousillon que llegaría pronto pero me respondió muy amablemente que él prefería el Chianti que compraba al señor Perotti. Le conté también que mi contrato de alquiler de la calle Moreno 1848/52 terminaría pronto y que deseaba encontrar una gran casa con negocio más presentable y en un lugar más central. Del vino que llegó, retiré solamente 11 toneles. El resto del vino se estropeó durante la travesía y es así como 89 barriles de vino han servido para aumentar el caudal del Rey del Plata (el Río de la Plata).

Los escudos de la empresa en castellano y francés.

El señor Lehoux me contó que el tal señor Perotti, además de ocuparse de vinos, negociaba con inmobiliarias. Éste vino a visitarme un día más tarde para ofrecerme un terreno en la calle Lorea 647 con una edificación que no servía mas que para demolerla. Esta propiedad pertenecía al negro Izquierda que acababa de ganar un pleito a la Municipalidad que quería apoderarse de dicho terreno. Convenimos un pago de 6.000 pesos al contado y 4.000 pesos cada tres meses durante un año: total de 22.000 pesos. Los títulos de propiedad fueron verificados impecablemente por el Dr. David Tezanos Pintos y desde ese momento pude desalojar a los ex-propietarios. Sin perder tiempo, me puse a dibujar el taller, el galpón, y el primer piso para los obreros. Divido el terreno en dos: 30 metros para el taller y 20 metros para el negocio, oficina, y vivienda para la familia en el primer piso .

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