El precio por hora de trabajo para trabajadores y obreros era de 2,10 pesos a 2,20 pesos diarios por 10 a 12 horas de trabajo. Yo pagaba 2,50 pesos por 9 horas de trabajo más velas gratuitas para la noche. Un patrón carpintero del barrio, un tal Bertrand, se enteró de mis condiciones laborales y me pidió de no arruinar el sistema de salarios. Entre tanto, mi pariente Auzeill, viendo como mi situación mejoraba día a día , se puso furiosamente celoso y deseaba asociarse conmigo, buscando siempre pelea. Esta situación, mas la vivienda que nos quedaba chica, hizo que mi esposa se ocupara de buscar otra casa con parquet y taller, lo que en ese momento parecía imposible.

Las mudanzas sucesivas por falta de espacio para emplear más trabajadores

Sin poder dedicarme a otra cosa que de la dirección de la empresa, mi mujer fue la que encontró un gran local apropiado. Era un gran galpón con techo de zinc al fondo de una casa de dos ambientese en la calle Corrientes 2126 al precio de 90 pesos por mes . Nos mudamos inmediatamente pudiendo emplear a 4 obreros más que se sumaron a los tres que ya tenía. Gran parte del trabajo se lo daba al Sr. Casas que trabajaba con sus amigos catalanes provenientes de Barcelona. El señor Dieve se encargaba de barnizar. Al llegar las primeras lluvias torrenciales, gran fue nuestra desilusión al comprobar que el techo de zinc estaba en muy malas condiciones, lo que hacía nuestro trabajo imposible. A pesar de nuestros reclamos no hubo mejoras y , apenas tres meses después, nos mudabamos nuevamente a la calle Rodriguez Peña 56. Era una casa de 2 ambientes muy grandes , comedor con parquet, y un gran patio asoleado de 4 x 10 metros .

Las tapicerías

Mi esposa, con sus pocas palabras de castellano, nos presentó como trabajadores de labores de tapicería de lujo. Ocho días más tarde, el propietario nos dijo que no le habíamos dicho la verdad acerca de nuestra ocupación y que no quería máquinas en esa vivienda, intimándonos a mudarnos a fin de mes. Encontramos finalmente al cabo de algunos días una casa de alquiler, calle Moreno 1830, de 4 ambientes con un salón que daba a la calle. Esta provista de agua corriente y cloacas. En ese entonces las calles estaban repletas de caños y pozos que hacían muy difícil el tráfico de carretas.

Renault

Camión Renault

Esta casa costaba 120 pesos mensuales . Estábamos realmente bien instalados pero los gastos aumentaban y nos hacía falta tener más trabajo, sobre todo porque la moneda era despreciada en la Bolsa de Comercio . El presidente Juarez Celman era un derrochador y un desordenado. Comenzé entonces a construir pequeñas marquesinas estilo Luis xiv pero mis clientes no se decidían a comprarlas, prefiriendo mesas y vitrinas difícil de encontrar en el mercado. Construí una vitrina del mismo estilo que nuestros muebles del salón, siendo un éxito enorme, recibiendo muchísimos encargos durante los próximos años. Empleé a Monsieur Duprez y al señor Casas lo despedí por ser demasiado ordinario . Mis clientes me pedían a menudo de ocuparme de los fileteados y del dorado de las esculturas, lo que en ese momento no me convenía por falta de especialistas en la materia. Un buen día leo en el “Correo del Plata” un aviso del señor Lehoux, dorador parisino recién arribado a Buenos Aires, que buscaba trabajo para hacer en su casa (Suipacha 346). Fui a buscarlo para concretar la posibilidad de trabajar mutuamente. Lehoux trabajaba para tres otras empresas, entre ellas, con la de Simonetti&Hnos . Entretatnto Duprez hacía esculturas magníficas jamás vistas en este país. Poco tiempo después se me presentó el señor Privat que había terminado con la instalación del Café Tortoni y que no le habían pagado lo prometido, hallándose sin trabajo. “Soy carpintero, sé trabajar bien, pero no conozco el estilo Luis xiv, ni Luis xv, ni sé tallar curvas a mano, pero las vitrinas que usted construye las puedo hacer yo también. Además conozco a Duprez y él me puede aconseja”, me explicó.

Es así como este señor comenzó a trabajar conmigo .

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